viernes, 18 de octubre de 2013

Las Ideocuras

Probablemente este concepto resulte una novedad para muchos de vosotros: su origen es obvio: es la suma de una idea y de una locura, y hace referencia a esas cosas que de vez en cuando se nos ocurren, razonamientos que, en cierto modo, tienen lógica, pero que por razones de corrección social, vagancia o incluso educación, rápidamente olvidamos. Por ejemplo, ¿Nunca habéis pensado lo cómodo que sería poder recargar una batería manualmente? A día de hoy, y sigo con el ejemplo, es raro encontrar algo que esté preparado para que lo recargues sin conectarlo a la red eléctrica.



     Ha decidido, pues, crear un blog en el que revelarnos contra todo lo que damos por hecho, un blog para atrevernos a crear, un blog en el que publico todas las ideocuras que pasan por mi cabeza, y en el que os animo a comentar cuáles son las vuestras. ¿Quién sabe? probablemente muchas de ellas puedan tener salida al mercado, o a la sociedad... Pero lo importante de ésto no es que haga publicidad, si no que despierte en vosotros (nunca se es demasiado joven ni demasiado viejo) el espíritu creador... ¿Acaso el avión no era una completa estupidez, el día en el que se planteo la simple posibilidad de crearlo? ¿Sin cuántas cosas viviríamos ha día de hoy si una voz no se hubiera alzado en el largo curso de la historia?

PD: el blog está en ideocuras.blogspot.com

jueves, 17 de octubre de 2013

El (des)Conocimiento

Esto del conocimiento es una idea algo abstracta. ¿Es lo mismo saber que conocer? ¿Qué hay que hacer para conocer algo? Todo se complica bastante más si transformamos el conocimiento en "desconocimiento" Pues las preguntas se convierten en "¿desconocemos lo que no sabemos?" "¿Qué hay que hacer para desconocer algo?" Es todo tan extraño...
     Lo primero es aclarar el concepto de conocimiento: entendemos por conocimiento todas a la totalidad de posesiones intelectuales que tenemos, es decir, lo que pensamos y sabemos. Lo difícil es definir el concepto de desconocimiento, ya que normalmente asociamos el desconocimiento como todas aquellas propiedades intelectuales de las que carecemos (lo que viene a ser el contrario de conocimiento) Pero yo estoy dispuesto a redefinir el desconocimiento.

     El desconocimiento, desde mi punto de vista, es el concepto que abarca todo lo que está en nuestra cabeza, y que tenemos constancia de que está, pero no sabemos dónde ni qué es exactamente. Un claro ejemplo de ello son los exámenes, en los que por mucho que la información esté en nuestra cabeza nos cuesta extraerla y procesarla. Esto diferenciaría "saber" de "desconocer" ya que loa información que no sabemos no está ni ha estado nunca en nuestra cabeza. Por mucho que se utilicen las palabras de una forma determinada, ésta es incorrecta.

Y ahora, como de costumbre, una buena idea no es una buena idea sin un buen cuento:

Imaginémonos que nos ha tocado la lotería y nos hemos comprado la mansión de nuestros sueños: unas veinte habitaciones y salas de todo tipo, cada una con su inmobiliario, sus mesas, sus sofás... y sus cajones, cajas y estantes. Para colmo de males todas nuestras cosas están en su sitio, en su correspondiente caja, cajón o estante. Sin embargo no acabamos de familiarizarnos con la casa, nunca llegamos a conocerla del todo, ya descubrir cada recoveco. Hay un cajón en concreto que conocemos demasiado bien: el de la mesa de entrada, en el que guardamos los recuerdos más básicos: dónde están las llaves, cual es nuestra agenda, el rcuento básico de las habitaciones... Más allá de esta mesa están las habitaciones que más usamos, aquellas que conocemos y por las que nos movemos con comodidad, y al fondo del pasillo habitaciones que solo abrimos eventualmente, cuyos cajones y estantes están repletos de cosas de las que nunca nos acordamos y en las que nunca pensamos.

En el cuento el conocimiento es cada cosa que inunda los cajones o decora los estantes. Todo lo que sabemos está en esa casa, y lo que conocemos sabemos con precisión en qué estante o cajón. Lo que desconocemos, por el contrario, aunque esté en uno de los infinitos cajones, nunca sabremos en cuál.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Retórica II

   La clave de la victoria en toda discusión se encuentra en el ajedrez: quien gusta de jugar al ajedrez, lo practica con frecuencia, y lo entiende, entenderá que no se puede derrotar a la otra persona hasta que no se han comido la mayoría de sus piezas o se han inmovilizado. Todo aquel que pueda dar un mate sin seguir tal proceso será porque se encontraba en condiciones claramente superiores o ante un adversario poco experimentado:
   Suele darse el caso de que quien empieza las peleas sin valorar las aptitudes de su adversario sale perdiendo, con lo cual hace falta elegir bien al oponente, y preparar las jugadas antes de atacar.
   Una vez que la partida ha empezado, ambos disponemos de una sólida barrera de peones que conformarán nuestros primeros argumentos, y tras estos, todas las ideas que habremos desarrollado como “armas secretas” para la disputa. Quien no haya preparado sus jugadas maestras empieza la partida con una clara desventaja.
   Tanto si movemos nosotros primero como si mueve el otro, hay que estar atentos a sus palabras ya que pueden orientar la discusión por un camino o por otro.  Recela de tu adversario si en su primera jugada solo mueve al peón una casilla, pues o está preparando una jugada mayor o no tiene los argumentos necesarios para hacerte frente. Continúa con los movimientos de peones (tanteoo) hasta que se te agoten y entonces, empieza la batalla.
   Sistemáticamente, y una vez todos los argumentos están expuestos, empieza a rebatirlos uno por uno, de forma razonada, para que tu victoria sea doblemente aplastante, y si hazlo de forma correcta, pues así desproveerás a tu adversario de todos sus argumentos. Entonces, si es medianamente inteligente y quiere luchar un poco más por conservar su orgullo y su opinión, sacará sus armas secretas.
   Espera, se paciente, y mientras vas dejando a tu adversario confiarse, rebatiendo con sus alfiles, caballos y torres a cada uno de los peones que te queden, prepara una respuesta rápida, tajante y tan certera como te sea posible. Pero antes de eso, asegúrate de que las jugadas maestras de tus adversario de verdad son superiores a tus peones, pues hay argumentos que puede usar que serán tachables de “subjetivos, ficticios o suposiciones” lo que sería motivo suficiente para invertir la jugada y comer
te con un peón a una de sus piezas de prestigio.
   Si hasta ahora lo has hecho bien ya te quedará poco para la victoria, quizás conserves uno o dos peones, alguna jugada maestra que no habrás usado todavía, la dama y el rey, frente a la dama y el rey que conservará tu enemigo.
   Ataca con todo, no importa cuánto pierdas en el asalto, pero el golpe final a la dama debe de ser aplastante, pues determinará la magnitud de tu victoria, sin piedad, y no des a tu adversario la posibilidad de defenderse, rebate de antemano cualquier última defensa que pueda hacer.
 -Una vez que tu adversario se ha quedado solo, y que todas las piezas están comidas, hay dos maneras de acabar una discusión, dejando al rey solo, desamparado, sin más argumentos que utilizar y de sobra humillado, o recalcando tu victoria dando un jaque mate en un ataque final que derribará completamente al enemigo. Un ataque tan simple como “¿lo ves?” que evidenciará en público la derrota de tu enemigo y resultará para él mucho más humillante, aunque dará por terminada la partida de modo que cuando tu adversario desee podrá exigir una revancha, hecho que no puede suceder de ningún modo si, como dice la anterior alternativa, se deja al rey en tablas eternas.

La retórica

¡Qué complicado arte, el arte de unir palabras para utilizarlas como arma! Un arte que, efectivamente, cada vez se usa menos y al que cada vez se le da menos importancia, pero precisamente ésa es la ventaja que nos da a quienes aún lo utilizamos, que son tan pocas las personas que se ocupan de él que es raro encontrar a alguien que no quiera discutir con nosotros por verse en inferioridad verbal, lo que nos proporciona una victoria tras otra.

Con esta entrada no pretendo en absoluto que volváis a interesaros por la retórica, ni mucho menos, pero me gustaría que supiérais y entendiérais lo que es. La retórica, como ya dije, es el arte lingüístico de utilizar palabras para formar oraciones que expresen argumentos para ser utilizados en una discusión. Esto es, expresado de forma más simple, saber contestar en las discusiones. Y parece fácil, pero cuando quieres hacer valer tu opinión sobre otra que tiene las mismas posibilidades de ser correcta que la tuya, o sabes argumentar, o vas dado...

Quizá hayáis oído el término retórica en las clases de filosofía o en algún otro lugar, sin que os haya preocupado nunca qué era. La retórica ya era utilizada en la política desde la Grecia del siglo Va.C. en tiempos de Pericles, época en la que surgió la primera democracia. A día de hoy, por mucha gente que piense que es estúpido estudiar argumenación, siempre quedan algunos pocos que se dan cuenta de las muchas aplicaciones que tiene. Para empezar en el ámbito jurídico, no puedes considerarte un buen abogado/ fiscal si no sabes cómo darles más peso a tus palabras, y en otros campos como la psicología todo se hace más sencillo si puedes estudiar a una persona por la forma en la que estructura sus intervenciones.

Hasta aquí todo lo que a todos nos viene grande, pero ahora viene la enseñanza de todo esto:
     Imagínate por un momento que te has convertido en un importante general de la época griega, y tienes a tu mando un ejército de soldados agrupados en escuadrones (un escuadrón=un argumento) tu objetivo es derrotar a un ejército similar que te supera en número pero cuyos soldados luchan independientemente. Si sabes como unir a tus soldados, de forma que sus ataques sean sincronizados, que su línea defensiva sea continua, y que su unidad dentro del escuadrón permanezca intecta, vencerás, porque el enemigo no tendrá más opción que retirarse o lanzarlos a todos al ataque, mientras que tú podrás comandar a tus unidades por separado dándoles una mejor formación, mayor sincronización... etc.

En las discusiones pasa, igual: no gana el ejército más grande, sino el que tiene los argumentos mejor organizados, y está mejor preparado para responder y contraatacar.

jueves, 10 de octubre de 2013

La Confianza

     ¿Qué es eso que fluye entre nosotros con tanta bipolaridad que un día podemos tenerlo y al siguiente ya no? La confianza podría considerarse como una posesión inmaterial, una persona puede tener varias confianzas, o puede no tener ninguna, ganar otra, o perderlas todas. En este contexto se entiende "confianza" como el hecho de que una persona se fíe de nosotros
     Confiar es la capacidad humana de delegar en alguien parte de una responsabilidad que previamente nos pertenecía, y éste es un hecho inconsciente que sucede infinidad de veces sin que ninguna de las partes se de cuenta. Confiar en una persona consiste en ser capaz de transmitirle información que poseemos con un cierto grado de intimidad, que siempre puede ser mayor o menor, pero que no deja de ser algo que difícilmente haríamos público. El tema en torno al cual gire esta información es irrelevante, lo importante es darse cuenta del hecho de que se transmite esta información.

     Imaginemos por un momento que nuestra vida es una caja de monedas de oro, y que nuestra misión es protegerla a toda costa de todos los ladrones a quienes les interese robarla.

     Según se plantea la historia aparecemos en escena nosotros como los guardianes de la caja, las monedas como cada una de las cosas que tiene nuestra vida y los ladrones como cada persona interesada en llevarse algo de ésta (ya sea para bien o para mal)

     Así pues habrá mucha gente a tu alrededor, muchos de ellos querrán ver tus monedas, pero entre la multitud habrá unos pocos que se acercarán a ti, te enseñarán su caja, verán la tuya, te intercambiarán algunas monedas y se quedarán contigo durante un tiempo, tanto como el que duren vuestros intercambios de monedas.

     Este grupo de personas son aquellas que influyen positivamente en tu vida: tus amigos y familiares, tu pareja, tus educadores... todos ellos, en mayor o menor medida, requieren de tu confianza para ayudarte a crecer y a desarrollarte como persona.

     Sin embargo, entre la multitud, también habrá quienes se acerquen a ti y te enseñen una caja de madera con monedas de bronce, mientras contemplan absortos tus monedas de oro y te cogen a hurtadillas unas cuantas para inmediatamente después llevárselas y desaparecer súbitamente, taly como habían llegado.

     Estos "ladrones" son las falsas amistades, quienes están contigo por lo completa que parece tu vida, para aprender de ti, para conocer cosas de ti que luego puedan usar en tu contra. No hay manera de reconocerlos más que por su caja. Cuando alguien quiere una moneda de oro debe de ofrecer otra a cambio, y no una pequeña y miserable moneda de bronce que aunque nos parezca un equivalente adecuado a nuestra moneda de oro, nunca llegará a ser suficiente.
"confianza" es saber que esa persona estará ahí cuando la necesitemos

     Así pues, como conclusión, creo que podría decirse que la confianza es esa sensación de fraternidad que nos mueve a intercambiar con otra persona experiencias sin miedo de las consecuencias, lo que nos mueve a ser abiertos y lo que nos hace progresar en todo a lo que respecta a la vida en sociedad. 

jueves, 13 de junio de 2013

Carreteras de Cristal

Nuestra vida es como una gigantesca carretera, por la que avanzamos sin poder pararnos, ni acelerar. Son carreteras hechas de cristal, lo que nos permite ver las demás carreteras de todos los que están a nuestro alrededor. Sin embargo estas carreteras tienen una peculiaridad: somos nosotros los que dibujamos y borramos nuestra propia carretera, y decidimos con que otras carreteras queremos que se cruce, que se corte, que se una, y que se separe. Cada uno de esos cruces son a los que llamamos "contactos" con otras personas. y pueden ser tan largos que las carreteras se junten en una, o tan cortos que solo existen para que sus coches se choquen.
Y a todo esto, la pregunta es "¿y los coches?" una carretera no sirve de nada si no tiene coches o vehículos que circulen por ella. Pues ahí está el dilema: el trazado de nuestra vida, todo lo que hacemos, sentimos, y pensamos está hecho de asfalto, desde nuestro punto de vista. Desde el de los demás, son coches que de alguna manera inciden sobre sus propias carreteras. Por lo que cada cosa que pensamos, decimos o hacemos es como un coche que va en una dirección u otra, y de alguna manera, contribuye a que sigamos dibujando nuestra propia carretera.

Esta es la moraleja: "todo lo que hagas, pienses o digas, ESCRIBIRÁ tu vida, y CAMBIARÁ la de los demás". Dejo a vuestro gusto la elección de cómo queremos que se lea nuestra vida, y como queremos dibujar la de los demás

sábado, 8 de junio de 2013

Blanco y Negro

     Existe un tipo de pensamiento, según el cual las cosas son blancas o negras, pero no grises, las cosas están bien o mal, pero no dan igual. El pensamiento categórico se basa en hacer una clasificación de las cosas en dos ficheros posibles, uno para las cosas que son "algo" y otro para las cosas que "no son algo" En general este pensamiento tiene bastante mala prensa, ya que se asocia a ideales extremistas o poco liberales, sin embargo, es un pensamiento tan válido como cualquier otro. Las cosas siempre son algo, (porque si no no serían nada y lo que no es nada no existe) las cosas que no cumplen con esa característica o que no son ese "algo" se considera que son "no algo" englobando con ello todas las cosas que dentro de ese ámbito serían grises o negras.
   
 Por ejemplo: los colores (por no repetir el de la política) vamos a poner que "algo" en este caso es el color rojo, según el pensamiento categórico, el color rojo se correspondería con el "blanco" y todos los colores que no son el rojo, se corresponderían con el negro. Porque si buscamos en una paleta el color rojo, según el pensamiento categórico, ¿de qué nos sirve toda una escala de colores que no son rojos (incluso el rosa y el granate)?

Este fenómeno se manifiesta diariamente en la sociedad: en la mayoría de edad no existen grises, existen mayores de 18 y menores de 18, sin intermedios. En la hora pueden ser más de las dos o menos de las dos, o incluso las dos en punto (durante una infinitésima de segundo) pero tampoco hay intermedios. En todo lo que es objetivo, solo existe el pensamiento categórico